jueves

Los Amos del Maser

He aqui los primeros dos Capitulos de "Los Amos del Maser"  Comic de autor del Sr. Massimiliano Frezzato, esta obra esta considerada de culto, y para aquellos acostumbrados a ver el lado "oriental" del Arte Secuencial, esto les puede abrir nuevos horizontes. 

Aqui el Link:   http://www.mediafire.com/?5dim7qod5rax0d8

martes

CDisplay

Este programa es altamente recomendable para leer comics o e-books en formatos .cbr, .cbz o similares, aqui el enlace para que descargen el programa:


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365 Dias


Jean Baptiste de Saint Beatrix veía sin resignación el reloj de su vida acabarse, por lo que habiendo agotado los recursos “normales”, opto por los recursos a los que otros antes que él habían recurrido: alquimia, hechicería, astrología…
Cualquier cosa que le permitiera alargar su vida unos años mas o incluso de ser posible, encontrar la tan ansiada inmortalidad, pero por el momento solo debía de concentrarse en ver a aquel misterioso joven que se decía era un demonio caminante en la tierra.
Un tercero le había concertado tal cita, pero ya había oído hablar de ese personaje, alguien que se decía conservaba la lozanía de la juventud, a pesar de que cuantos lo conocían decían que ya tenía más de 50 años de vivir en ese lugar.
Jean Baptiste sintió crujir sus huesos en el asiento de su carruaje, toda una vida de mercar, navegar y uno que otro pillaje había dejado mella en su cuerpo, después de todo, habían sido 65 años muy bien vividos.
Soltó una andanada de insultos a su cochero, recalcándole que debía de ir más despacio y en lo posible, rodear los agujeros del camino, volvió a acomodarse en su asiento, mientras su vista se perdió en los nuevos edificios,  las antiguas casas habían sido sustituidas por nuevas, la arquitectura cambiaba, también los materiales, después de todo, eran los albores de un nuevo siglo.
Allende el Mar, unos súbditos de la Corona Angla habían logrado vencer al ejercito de la casaca Roja, de este lado del mar los Francos habían destronado a la monarquía hacia unos años, y al parecer en el inicio del nuevo siglo, esa palabra… Revolución se estaba poniendo de moda…

Tales eran sus pensamientos cuando sintió al carruaje disminuir su marcha hasta detenerse y a su cochero indicarle que ya habían llegado al lugar indicado, el Mesón “Niwly Nos”.

El lugar era, dentro de lo que cabía, elegante, pero austero,  las mesas de roble eran cubiertas por sencillos manteles de manta, y en cada una de las mesas un candelabro de tres brazos,  que complementaba la iluminación principal, que consistía en una enorme candelabro de araña de un par de metros de diámetro.
En la mesa indicada con anterioridad estaba el motivo de su visita, alto y delgado, no aparentaba más de veinticinco años,  su cabello era negro como alas de cuervo y largo hasta su cintura, atado en una coleta.
Fumaba pipa con aire despreocupado, y por alguna razón cuando le sonrió para saludarlo, Jean Baptiste sintió un escalofrío que recorrió su espalda.

-          Monsieur de Saint Beatrix supongo, permítame presentarme,  soy Juval de Keprah.

El joven hablo de un “Santo Grial” buscado por Jean Baptiste desde hacía ya unos años: La manera de invocar a un demonio desde los más recóndito de los círculos del infierno, un demonio que a cambio de recuperar su libertad le concedería uno de sus dones: La manera de retrasar a la muerte o de ser posible, Inmortalidad.

Cuando le expuso su caso y lo que esperaba obtener, el joven sonrió con una evidente malicia, se acomodo en su asiento adoptando un gesto cómodo, al parecer eso era lo que esperaba escuchar, le indico que escuchara y escribiera con detenimiento todo cuanto le dijera.

Con paciencia, Jean Baptiste escribió todo cuanto el pelinegro le decía, haciendo una pausa ocasional para aclarar alguna duda o para remojar su garganta con otra copa de vino, así transcurrieron varias horas, hasta que el anciano encontró con que ya no tenía ninguna otra pregunta.

-          ¿Eso es todo?-

-          Si… - Contesto el joven, apurando el contenido de su copa.

Se puso de pie, esperando que el mesonero le llevara hasta el su abrigo y su sombrero,  que colocando en el antebrazo, indico que daba por terminado el encuentro.

-          Debo de agregar, Monsieur de Saint Beatrix, que este demonio en particular al que desea invocar, es el representante del pecado de la Ira, debe de tener cuidado al lidiar con el…

Se dirigió a la puerta, con un paso imperceptible, se podría decir que iba flotando… pero se detuvo en la puerta y dedicándole una mirada socarrona y divertida al anciano dijo:

-          Dele mis saludos a Phleg…


La impaciencia domino la mente de Jean Baptiste, tan pronto llego de nuevo a su mansión, envió a uno de sus criados a conseguir los materiales detallados en lo que el hombre aquel le había descrito, eran materiales sencillos, velas, tiza, unos cuantos animales de granja, hierbas y demás cosas extrañas,  ordeno también que el sótano fuera limpiado y preparado con un catre, comida y bebida, para el y tal vez un acompañante, si bien “el amo” había perdido el interés  en los asuntos referentes al libido, había desarrollado “otros” apetitos que a veces desahogaba en el sótano, por lo que su petición no fue del todo extraña para sus sirvientes.
El sirviente que fue enviado por los elementos necesarios para su asunto no tardo mucho en regresar con lo indicado, por lo que una vez colocado todo en su lugar el viejo despidió a toda la servidumbre, menos a una joven en particular y procedió a seguir las instrucciones que le habían sido dictadas hacia pocas horas.

El tiempo paso rápidamente, la voz del viejo se había tornado mas ronca de lo habitual por cantar durante horas la invocación que ahora ya casi había memorizado del todo a fuerza de la repetición continua, las velas casi se consumían en su totalidad, los animales habían sido sacrificados, al igual que la joven mucama que se había quedado con el anciano y sus sangres mezcladas creaban un charco rubicundo en el centro de la habitación.
La voz de Jean Baptiste se tornaba frenética, el canto lo había poseído y ahora iba en un gutural crescendo que aumentaba con cada línea del antiguo canto blasfemo, los símbolos trazados comenzaron a emitir humo,  la sangre coagulada comenzó a hervir y tornarse negra como el alquitrán, afuera se había desatado una tormenta repentina, que no era de extrañar ya que era verano, pero aun así, la danza de los truenos y relámpagos hacia temblar hasta el mas valiente,  así, las velas se habían consumido, los símbolos aun humeaban, y el charco de sangre ahora flotaba unos dos metros por encima del suelo y un viento extraño comenzó a arremolinarse en la habitación.

Jean Baptiste había abandonado su frenesí, ahora se sentía terriblemente cansado y la oscuridad que era cortada de vez en cuando por la luz de un rayo lo hacia sentir mucho peor, podía escuchar su propia respiración agitada aun por encima del ruido de la tormenta,  hasta que el humo procedente de los símbolos pareció tornarse solido y brillante y tomo una forma conocida, casi era como una jaula, la sangre flotante era ahora una espejo de ébano, en cuyo reflejo se podía sentir el frio de los abismos insondables del infierno… y este comenzó a vibrar, agrietándose, hasta que estallo en pedazos minúsculos, de esa explosión silenciosa cayo algo, pesado, denso, con forma humana.
La “cosa” que había salido del espejo de sangre había caído al piso en posición fetal y cubierto de una sustancia negra y viscosa, como si de una placenta maligna se tratara.
Jean  Baptiste estaba tirado contra una pared, la explosión del espejo lo había hecho volar unos metros hasta chocar contra la pared de piedra, aun estaba dolorido, pero perfectamente conciente, sus ojos estaban abiertos cual platos, no podía creer que hubiera tenido éxito al primer intento, entonces era cierto que el tal Juval era un demonio que caminaba en la tierra…
El viejo espero a que aquel ser traído desde el infierno se levantara, lo cual paso al cabo de unos minutos,  llamas azules quemaron la capa de suciedad que lo cubría, levantó su testa que mostraba dos sendos cuernos curvos como cimitarras, varios mas parecían salir de su nuca,  entre el cabello, ondulaban y serpenteaban como si estuvieran vivos,  al erguirse en toda su estatura el ser debió de pasar del metro con noventa, además mostraba músculos desarrollados y poderosos, numerosas cicatrices y sobre todo un par de ojos totalmente negros, vacios, fríos y completamente carentes de alguna emoción.

-          ¿ Quien “#%$”$!#$ oso sacarme de mi Reino? – Grito el Demonio.

El corazón del anciano se lleno de miedo, a pesar de su edad y delicada complexión se apresuro a ponerse de rodillas en frente del demonio iracundo.

-          Y… y… yo fui mi señor…. Soy Jean Baptiste de Saint Bea….-

-          ¡! Eres menos que escoria ¡#%#”$%#$”!$# humano ¡¡  - Interrumpió el demonio que tratando de dar un paso hacia el frente se topo con la jaula de humo, la cual lo restringió e incluso lo obligo a dar un paso hacia atrás.

Jean Baptiste no pudo sino sonreír al ver esto, se puso de pie dificultosamente, y sacudiéndose el polvo de su pantalón se apoyo en su bastón y tomo una postura propia de quien tiene el cuchillo por el mango.

-          Yo te traje a este mundo, y si quieres de nuevo tu libertad, tendrás que darme algo muy valioso a cambio… - Rio con suficiencia Jean Baptiste.

El demonio no contesto, se limito a gruñir y  a atacar los barrotes de su prisión, maldecía, golpeaba e incluso los mordía, pero no lograba sino aumentar su ira, hasta que ya pasado un buen rato se sentó, admitiendo su derrota.

-          Solo quiero saber una cosa “$%#”%$” humano…. ¿quien te proporciono los medios para aprisionarme de esta manera?

-          Un joven de cabello negro, del que también se dice que es un demonio, se hacia llamar Juval de Keprah.

Los ojos del demonio brillaron con la comprensión del hecho las llamas azules que lo rodeaban se hicieron mas intensas, era evidente que conocía al autor intelectual de su desgracia.

-          #”%$#”%$% Acabemos pronto con esto “#%!”#$% humano, ¿que es lo que “$%”#% quieres?

El anciano Sr. De Saint Beatrix había soñado muchas veces de que su ambición fuera coronada de alguna forma, pero nunca pensó que lo obtendría al final y menos tan fácilmente, por lo que cambio un poco su idea original.

-          Quiero que seas mi esclavo por un año, que cumplas cada uno de mis deseos, que me des conocimiento y al final de ese año yo obtendré la inmortalidad y tu tendrás tu libertad.-

-          ¡ Que ¡  ¿ Es que estas “!$”$#!$#”#$ loco? – Prorrumpió el Demonio.

-          No es un mal trato, Señor, piénsalo bien, bien puedo tenerte en esa jaula por el resto de mi vida mortal y cuando yo muera, nadie podrá liberarte, así lo dicta la invocación que Juval me dio….

Las llamas que rodeaban al demonio crecieron alarmantemente, al grado que el viejo dio varios pasos hacia atrás ya que podía sentir el calor que estas despedían, aquel regente del infierno se vio derrotado por un simple humano, pero no quedaba sino cumplir con el trato, ya que si Juval había usado lo que el pensaba, era claro que solo el humano iba a poder liberarlo.

-          Muy bien humano, acepto tus #”%#”#”% términos… un año de mis servicios y la inmortalidad a cambio de mi libertad…

-          ¿Y mi alma no se vera involucrada? – Inquirió el anciano con un toque zalamero en su voz.

-          Y tu #”%$”#% alma no será tocada.- Sentencio con hartazgo el demonio.

El viejo estaba en algo cercano al éxtasis, su corazón latía deprisa, sus pupilas estaban dilatadas, era una emoción que casi había olvidado, estaba feliz.

-          Muy bien, tenemos un trato entonces… Y… he aquí tu primera encomienda: Borra las huellas de este crimen… - Señalo donde estaba el cuerpo desangrado de la joven mucama.

El demonio estaba cruzado de brazos, casi dándole la espalda al viejo mercader, solo fijo su mirada en el cadáver que empezó a arder en llamas azules, reduciéndose a cenizas prácticamente en segundos,  después el demonio soplo con suavidad y las cenizas se disiparon como si nunca hubieran estado ahí.

-          ¿Cómo puedo llamarte? Juval se refirió a ti como Phleg… - Pregunto satisfecho el viejo.

-          Llámame Phlegaetonmaerre, es todo lo que necesitas saber… -

Así comenzó una extraña relación entre el anciano mercader y el demonio prisionero, a partir de ese día, el anciano bajaba a su sótano a pedir algo sin faltar ningún día, había veces en que el anciano hacia una pregunta, que el demonio contestaba con  su peculiar manera de expresarse, aprendió de él, alquimia, hechicería poderosa, a ver el destino de los demás reflejado en sus ojos,  eliminaba enemigos potenciales aun antes de que estos miraran en dirección suya siquiera, su salud y aspecto mejoraron notablemente, ya no necesitaba el apoyo del bastón, pero aun lo conservaba usando, con el fin de evitar suspicacias, en el transcurso de esos 365 días, el poder y la fortuna del anciano crecieron en gran medida, al grado que la gente empezó a rumorar acerca de que tal vez tuviera un pacto con “alguien del inframundo”.
Esa era la única justificación que la gente podía encontrar ante su tan rápido ascenso, ya que si bien antes contaba con un cierto poder económico, ahora no había negocio en la ciudad que de una u otra manera no tuviera que rendirle cuentas al anciano Sr. De Saint Beatrix, además el anciano había recuperado algo más que solo  “fuerza”, era conocido que sus amantes eran las más hermosas del país,  e incluso había mandado traer algunas de lejanos paraísos extranjeros, era definitivo, la vida le sonreía al Sr. De Saint Beatrix.

Un año exacto ha pasado desde que el otrora anciano decrepito invocara al demonio desde el inframundo, su mente divagaba, en su despacho veía los libros de cuentas, los costosos regalos que le enviaban aquellos quienes deseaban su favor, saboreaba un carísimo tabaco procedente de una isla caribeña, mientras que su cabello cano, aunque ahora abundante, era cepillado con cuidado por una hermosa mulata, traída del mismo sitio de donde el tabaco, sus pies descansaban en el regazo de una rubia exuberante que los masajeaba con dedicación, aun así, en la cima del poder económico deseaba mas, un año ahora parecía muy poco, en el lapso de doce meses había multiplicado por cien su fortuna y su influencia llegaba no solo a la capital del país, si no también a algunos lugares en el extranjero y del otro lado del mar, eso sin mencionar que su salud nunca había estado mejor, a pesar de conservar su cuerpo delgado y en apariencia de su edad, podía superar a cualquier joven mancebo de la región en fuerza física y resistencia… La cuestión imperante en su mente era:
 ¿Qué mas podría ganar con unos mas de servicio del demonio?  tal vez era conveniente un cambio en el contrato original…
Despidió a sus acompañantes de manera fogosa, advirtiéndoles que no se durmieran aun, después de atender “un asunto” estaría con ellas en su habitación.
Con resolución bajó las escaleras de piedra hacia el sótano, le sonrió al demonio que era obvio también llevaba la cuenta de los días.

-          Bouna notte Phlegaetonmaerre…

El aludido estaba de pie en medio de su prisión, con las manos cruzadas en la espalda baja, su irritación era evidente y su actitud era más certera que sus palabras.

-          Ahórrate los ·”%&·%%&· formalismos, ¿Qué “!·%!·”$ quieres?

-          Bueno, sabes que hoy se cumple un año, pero he decidido cambiar nuestro arreglo…

El demonio levanto una ceja, era como si estuviera esperando que eso pasara, de la patente irritación pasó a una actitud de bravucón.

-          $%#%&#$/& contigo… Ya me lo suponía… Todos ustedes los humanos son tan predecibles como idiotas… pero te sugiero que releas la penúltima página de aquello que te dicto Juval… - Contesto el demonio mientras se estiraba, alargando sus brazos y extendiendo sus alas en toda su extensión y lo peor de todo, sonreía con una completa frialdad.

Jean Baptiste se convirtió en un torbellino, arrojaba papeles en un lado y otro de la habitación levantaba libros, sacudía cajones, hasta que por fin recordó donde estaban aquellas hojas, corrió as u habitación y bajo de nuevo al sótano con ellas en las manos, de regreso en el sótano busco el orden original de las hojas que había escrito hacia ya un año, y encontrando la hoja que el demonio le indico leyó con rapidez.
Ahí estaba, irrevocablemente aquella era su letra, no recordaba haber escrito esa parte, pero ahí estaba, una pequeña indicación que servía como pie de página,  había cometido un error, aquella invocación solo duraría un año exacto, si no cumplía con su parte, el demonio sería liberado y lo más probable era que lo mataría, por decir lo más benévolo.

-          ¿Así que dime patético “·%$·%$”$·%”· humano, que es lo que harás?- Sonrió mostrando los dientes Phlegaetonmaerre, extendiendo los brazos al frente.

Jean Baptiste, solo se limito a acercarse a la jaula de humo, con un ademan de su delgada mano disipo varios de los barrotes etéreos y después dio varios pasos atrás.
Phlegaetonmaerre paso por aquel hueco en su prisión, se paro en toda su estatura enfrente de su captor, solo para gruñir en su cara…
Levanto el delgado cuerpo de Jean Baptiste sin algún esfuerzo con una mano, acerco su rostro amenazante y con la uña del índice de su mano libre hizo un corte profundo a un costado de la cara del hombre, junto la sangre derramda de la herida en la palma de su mano, para después escupir en ella,  mezclo la sangre con la saliva apretando el puño, acto seguido ungió la cortada con la mezcla, para finalmente bajar a Jean Baptiste.

-          A partir de este momento eres inmortal…

Jean Baptiste extendió sus manos y se toco donde momentos antes estaba la cortada, que ahora ya no estaba,  no se sentía distinto, no se sentía más poderoso o más fuerte, tal vez un poco mas ligero, sin embargo, dudaba.

-          ¿ Dudas de mi, verdad pedazo de “·%·”$%$”% humana?-

El demonio golpeo con fuerza una de las mesas en la habitación, tomo una pata que ahora estaba convertida en estaca y sin más ni más la hundió en el vientre de Jean Baptiste, a lo que el otro, perplejo, veía como no sangraba, sentía dolor o algo parecido aun y cuando veía en un espejo que estaba empalado de un lado a otro.

-          ¿Conservo mi alma, verdad? - Pregunto con timidez el hombre.

-          Ese era el trato, ¿no? Que no se diga que no tengo ·”%·”$”$”%& honor…

El demonio tomo el espejo de pedestal y lo puso bajo su brazo y con toda calma se dirigió escaleras arriba, mientras en el sótano Jean Baptiste, jugaba con una espada, atravesándose el vientre una y otra vez.
El demonio llego a la puerta, se dio la media vuelta y sonrió mientras decía:

-          Solo una cosa más… Tu inmortalidad está limitada a este sótano, si cruzas este umbral que ahora cruzo, morirás.

El demonio le dedico una última mirada a su otrora captor, acompañada de una enorme y cínica sonrisa que se convirtió en carcajada.

Avanzo con tranquilidad, dentro de la casa, se ubico en la sala, donde deposito el espejo y buscando un ángulo correcto en donde poner definitvamante el espejo y no dejando de probar nuevos ángulos y posiciones dijo:

-          No entiendo porque te divierte hacer estos”%”#$%” juegos, hijo…

Sentado en un sillón de la sala estaba el joven llamado Juval, sentado cómodamente y con una taza de té en las manos.

-          Siempre es bueno tenerte fuera de la ecuación, aunque sea solo por un año papi, además, sabes que es un juego inocente entre tú y yo, recuerda que me lo hiciste varias veces cuando era niño.

El demonio rubio no volteo hacia donde estaba el pelinegro, seguía ocupado con el espejo, hasta que al parecer encontró la posición que esperaba.

-          Como #$&#”%$# sea… ¿la apuesta de siempre entonces?

-          Si claro… “si el susodicho humano sale de la habitación en el curso de los siguientes 25 años tu ganas, si pasa más de los 25, yo gano”- Concluyo Juval terminando la taza de té mientras recitaba con sorna los acuerdos de su “contrato”.
-          Aun no puedo creer que me hayas vencido la vez anterior… - Agrego con molestia y casi murmurando para sí el pelinegro mientras se frotaba el hombro.

-          Trato entonces, apuesto a que no pasaran ni diez años para que vea otro tatuaje en ti… - Sonrió el rubio.

Juval se limito a hacer un gesto negativo, seguido de una leve reverencia con su sombrero y sin más se hundió en las sombras detrás de un enorme librero.
Phlegaetonmaerre, solo miro al espejo, en el cual se reflejo un ser de apariencia felina.

-          ¡¡ Belialzekial ¡¡ No estés perdiendo el $&·$”&%·$ tiempo, ¡¡ sácame de aquí ¡¡

Y entonces el demonio pasó a través del espejo, mientras los gritos de Jean Baptiste despertaban a la servidumbre.