domingo

Das aufgabe ist mir.

Macht, keine.
Nützlich, keine.
Es gibt viele gründe, um grünes licht...
Aber was Motivierung?
Das aufgabe ist mir.
Seien sie der windig, der die klinge bewegt sich in der.
Die ewige frage, die gleiche antwort...
Bekannten antwort,
Warum nicht, schön. 
Das aufgabe ist mir.
.
 

viernes

Judas






Este escrito en particular me gusto mucho, tenia muchas esperanzas de el para un concurso de cuento corto, pero pues ni siquiera entre los finalistas estuvo...
Como quiera que sea, aqui esta, bienvenidas las criticas.


Y ahí estaba frente a mí, la perfecta amalgama de aluminio, silicio y titanio,  acercándome hacia el aparato no pude sino tocar sus bordes redondeados y elegantes, su creador sonreía con alegría… no,  sonreía con vanidad y suficiencia me dije, se estaba vanagloriando de su logro y me lo estaba restregando en la cara, el alumno había superado al maestro.
¿Qué me quedaba?  Mi puesto de Jefe de Investigación y Desarrollo estaba pendiendo de un hilo muy delgado, la creación de aquel artilugio haría que AlphaTech International alcanzara la cima de las compañías tecnologías, sin mencionar las demás implicaciones cuando el aparato se hiciera público, la única referencia en la que podía pensar era cuando la Televisión fue inventada, esto era en definitiva un parte aguas, aquel imberbe muchacho desagradecido me había superado y  seguramente haría que me dieran una patada en el trasero… 
¿Quién mas sabrá de este nuevo portento?
Hago mi mejor actuación y le pregunto calmadamente, me contesta que soy el primero en verlo, me da la espalda haciendo trazos en la pantalla virtual, me dice como logro descubrir y resolver algo en lo que estuve trabajando años y que fui incapaz de resolver, viéndolo resuelto, es tan obvio…
Escribe ecuaciones, me muestra diseños previos, ha mejorado mi trabajo y solo puedo sentir un odio quemante en mis entrañas y el latir creciente de mi corazón.
Ya no hay pensamiento, solo ira, tomo aquel martillo de la mesa de trabajo, ahora curiosamente mis pasos son lentos y mi respiración calmada, el salto de adrenalina me golpea cuando asesto el primer golpe, después un segundo, un tercero le sigue.
Pierdo la cuenta de los golpes hasta que su cabeza solo es una masa informe y tanto yo, como mi bata y el martillo están cubiertos de sangre… ¿Qué he hecho?

Frenético, corro al almacén de limpieza, desconecto a los autómatas, busco cloro, agua, algún trapo que me sirva para limpiar la sangre, no puedo permitir que la autolimpieza empiece a funcionar, las cámaras de seguridad en el laboratorio, las bitácoras, los records de vigilancia, todo deberá de ser borrado, después de todo soy un genio inventor y tengo acceso al servidor central.

Las horas pasan rápidamente, las evidencias son borradas, los records, todo cuanto pudiera incriminarme, solo queda esperar que se retiren los últimos empleados, después solo quedaran los guardias autómatas y las cámaras, mi muerto colega y yo siempre trabajamos hasta tarde, es simple rutina.
Subo el cuerpo a su auto, solo resta hackear el piloto automático, después de todo, los accidentes pasan todos los días, es sabido que los modelos RX11 tienen fallas…
Sonrío cuando veo al auto plateado salir raudo por la curva, momentos después solo veo el humo producto del estallido.
Camino a mi casa doy un repaso mental a todo, para conservar mí coartada en unas horas llamaría a consejo para mostrar el prototipo, veamos, para la presentación necesito:
Las ecuaciones, los papeles de trabajo y los diseños previos… ¡Maldición!
Soy un idiota… ¿Como pude borrar los diseños previos junto con las demás evidencias? Solo espero que el muchacho tenga respaldos en su departamento.
Es hora de conectar el piloto automático, presiono mis ojos y masajeo ligeramente mis sienes y enciendo las pantallas, es hora de informarse.
Me quedo helado, ahí está la noticia del accidente, el cuerpo ha sido identificado mediante dna, pero lo peor, mi foto esta en todos los medios, el muy bastardo tenia cámaras de seguridad fuera del sistema principal, estoy acabado.

Detengo el auto,  elimino de el cuanto aparato pudiera rastrearme, con mucho dolor arranco el chip de identificación de mi brazo, ahora sí, sin él, soy anónimo e iré a un sitio que solo yo conozco, jamás me encontraran.

Llego a mi escondite, una fábrica abandonada desde hace mucho, nadie vivo recuerda que trabaje aquí, y dado que lo consideraba vergonzoso, nunca lo puse en mi curriculum, es el sitio perfecto, entro cautelosamente ala oficina, pero la oscuridad y algo en el piso me hacen tropezar y ruedo por el suelo, al levantarme, ahí estoy yo mismo, apuntándome con una lámpara y un arma, me desconcierto,  pero esa imagen en el espejo dura pocos segundos, luces cegadoras salen de no sé donde, voces mecánicas se identifican como la policía, exigen mi rendición, mi doppelganger dispara hacia la fuente de las luces, se escucha la contestación en forma de ráfaga, veo caer a mi doble y yo mismo caigo al suelo sangrando,  quiero pedir ayuda pero de pronto me siento muy cansado y mi boca sabe a sangre, los oigo hablar, mientras pasan un escáner sobre mi.

-    Oigan, este está vivo todavía.-
-    ¿Mmmh?  Ah si, Ese es el clon del Proyecto de Reconstrucción de Escena Criminal, el “Judas” pues, puedes darle el tiro de gracia…-









miércoles

Los Amos del Maser

Despues de una ausencia relativamente larga, aqui les tengo las siguientes partes de esta obra maestra del arte secuencial.
Que la disfruten.

Partes 3 y 4 

http://www.mediafire.com/?bjzl0fi8066v16e

Partes 5 y 6

http://www.mediafire.com/?3oo3w6mwfacfyao

jueves

Los Amos del Maser

He aqui los primeros dos Capitulos de "Los Amos del Maser"  Comic de autor del Sr. Massimiliano Frezzato, esta obra esta considerada de culto, y para aquellos acostumbrados a ver el lado "oriental" del Arte Secuencial, esto les puede abrir nuevos horizontes. 

Aqui el Link:   http://www.mediafire.com/?5dim7qod5rax0d8

martes

CDisplay

Este programa es altamente recomendable para leer comics o e-books en formatos .cbr, .cbz o similares, aqui el enlace para que descargen el programa:


http://www.mediafire.com/?ymk06j7ghv49lyn

365 Dias


Jean Baptiste de Saint Beatrix veía sin resignación el reloj de su vida acabarse, por lo que habiendo agotado los recursos “normales”, opto por los recursos a los que otros antes que él habían recurrido: alquimia, hechicería, astrología…
Cualquier cosa que le permitiera alargar su vida unos años mas o incluso de ser posible, encontrar la tan ansiada inmortalidad, pero por el momento solo debía de concentrarse en ver a aquel misterioso joven que se decía era un demonio caminante en la tierra.
Un tercero le había concertado tal cita, pero ya había oído hablar de ese personaje, alguien que se decía conservaba la lozanía de la juventud, a pesar de que cuantos lo conocían decían que ya tenía más de 50 años de vivir en ese lugar.
Jean Baptiste sintió crujir sus huesos en el asiento de su carruaje, toda una vida de mercar, navegar y uno que otro pillaje había dejado mella en su cuerpo, después de todo, habían sido 65 años muy bien vividos.
Soltó una andanada de insultos a su cochero, recalcándole que debía de ir más despacio y en lo posible, rodear los agujeros del camino, volvió a acomodarse en su asiento, mientras su vista se perdió en los nuevos edificios,  las antiguas casas habían sido sustituidas por nuevas, la arquitectura cambiaba, también los materiales, después de todo, eran los albores de un nuevo siglo.
Allende el Mar, unos súbditos de la Corona Angla habían logrado vencer al ejercito de la casaca Roja, de este lado del mar los Francos habían destronado a la monarquía hacia unos años, y al parecer en el inicio del nuevo siglo, esa palabra… Revolución se estaba poniendo de moda…

Tales eran sus pensamientos cuando sintió al carruaje disminuir su marcha hasta detenerse y a su cochero indicarle que ya habían llegado al lugar indicado, el Mesón “Niwly Nos”.

El lugar era, dentro de lo que cabía, elegante, pero austero,  las mesas de roble eran cubiertas por sencillos manteles de manta, y en cada una de las mesas un candelabro de tres brazos,  que complementaba la iluminación principal, que consistía en una enorme candelabro de araña de un par de metros de diámetro.
En la mesa indicada con anterioridad estaba el motivo de su visita, alto y delgado, no aparentaba más de veinticinco años,  su cabello era negro como alas de cuervo y largo hasta su cintura, atado en una coleta.
Fumaba pipa con aire despreocupado, y por alguna razón cuando le sonrió para saludarlo, Jean Baptiste sintió un escalofrío que recorrió su espalda.

-          Monsieur de Saint Beatrix supongo, permítame presentarme,  soy Juval de Keprah.

El joven hablo de un “Santo Grial” buscado por Jean Baptiste desde hacía ya unos años: La manera de invocar a un demonio desde los más recóndito de los círculos del infierno, un demonio que a cambio de recuperar su libertad le concedería uno de sus dones: La manera de retrasar a la muerte o de ser posible, Inmortalidad.

Cuando le expuso su caso y lo que esperaba obtener, el joven sonrió con una evidente malicia, se acomodo en su asiento adoptando un gesto cómodo, al parecer eso era lo que esperaba escuchar, le indico que escuchara y escribiera con detenimiento todo cuanto le dijera.

Con paciencia, Jean Baptiste escribió todo cuanto el pelinegro le decía, haciendo una pausa ocasional para aclarar alguna duda o para remojar su garganta con otra copa de vino, así transcurrieron varias horas, hasta que el anciano encontró con que ya no tenía ninguna otra pregunta.

-          ¿Eso es todo?-

-          Si… - Contesto el joven, apurando el contenido de su copa.

Se puso de pie, esperando que el mesonero le llevara hasta el su abrigo y su sombrero,  que colocando en el antebrazo, indico que daba por terminado el encuentro.

-          Debo de agregar, Monsieur de Saint Beatrix, que este demonio en particular al que desea invocar, es el representante del pecado de la Ira, debe de tener cuidado al lidiar con el…

Se dirigió a la puerta, con un paso imperceptible, se podría decir que iba flotando… pero se detuvo en la puerta y dedicándole una mirada socarrona y divertida al anciano dijo:

-          Dele mis saludos a Phleg…


La impaciencia domino la mente de Jean Baptiste, tan pronto llego de nuevo a su mansión, envió a uno de sus criados a conseguir los materiales detallados en lo que el hombre aquel le había descrito, eran materiales sencillos, velas, tiza, unos cuantos animales de granja, hierbas y demás cosas extrañas,  ordeno también que el sótano fuera limpiado y preparado con un catre, comida y bebida, para el y tal vez un acompañante, si bien “el amo” había perdido el interés  en los asuntos referentes al libido, había desarrollado “otros” apetitos que a veces desahogaba en el sótano, por lo que su petición no fue del todo extraña para sus sirvientes.
El sirviente que fue enviado por los elementos necesarios para su asunto no tardo mucho en regresar con lo indicado, por lo que una vez colocado todo en su lugar el viejo despidió a toda la servidumbre, menos a una joven en particular y procedió a seguir las instrucciones que le habían sido dictadas hacia pocas horas.

El tiempo paso rápidamente, la voz del viejo se había tornado mas ronca de lo habitual por cantar durante horas la invocación que ahora ya casi había memorizado del todo a fuerza de la repetición continua, las velas casi se consumían en su totalidad, los animales habían sido sacrificados, al igual que la joven mucama que se había quedado con el anciano y sus sangres mezcladas creaban un charco rubicundo en el centro de la habitación.
La voz de Jean Baptiste se tornaba frenética, el canto lo había poseído y ahora iba en un gutural crescendo que aumentaba con cada línea del antiguo canto blasfemo, los símbolos trazados comenzaron a emitir humo,  la sangre coagulada comenzó a hervir y tornarse negra como el alquitrán, afuera se había desatado una tormenta repentina, que no era de extrañar ya que era verano, pero aun así, la danza de los truenos y relámpagos hacia temblar hasta el mas valiente,  así, las velas se habían consumido, los símbolos aun humeaban, y el charco de sangre ahora flotaba unos dos metros por encima del suelo y un viento extraño comenzó a arremolinarse en la habitación.

Jean Baptiste había abandonado su frenesí, ahora se sentía terriblemente cansado y la oscuridad que era cortada de vez en cuando por la luz de un rayo lo hacia sentir mucho peor, podía escuchar su propia respiración agitada aun por encima del ruido de la tormenta,  hasta que el humo procedente de los símbolos pareció tornarse solido y brillante y tomo una forma conocida, casi era como una jaula, la sangre flotante era ahora una espejo de ébano, en cuyo reflejo se podía sentir el frio de los abismos insondables del infierno… y este comenzó a vibrar, agrietándose, hasta que estallo en pedazos minúsculos, de esa explosión silenciosa cayo algo, pesado, denso, con forma humana.
La “cosa” que había salido del espejo de sangre había caído al piso en posición fetal y cubierto de una sustancia negra y viscosa, como si de una placenta maligna se tratara.
Jean  Baptiste estaba tirado contra una pared, la explosión del espejo lo había hecho volar unos metros hasta chocar contra la pared de piedra, aun estaba dolorido, pero perfectamente conciente, sus ojos estaban abiertos cual platos, no podía creer que hubiera tenido éxito al primer intento, entonces era cierto que el tal Juval era un demonio que caminaba en la tierra…
El viejo espero a que aquel ser traído desde el infierno se levantara, lo cual paso al cabo de unos minutos,  llamas azules quemaron la capa de suciedad que lo cubría, levantó su testa que mostraba dos sendos cuernos curvos como cimitarras, varios mas parecían salir de su nuca,  entre el cabello, ondulaban y serpenteaban como si estuvieran vivos,  al erguirse en toda su estatura el ser debió de pasar del metro con noventa, además mostraba músculos desarrollados y poderosos, numerosas cicatrices y sobre todo un par de ojos totalmente negros, vacios, fríos y completamente carentes de alguna emoción.

-          ¿ Quien “#%$”$!#$ oso sacarme de mi Reino? – Grito el Demonio.

El corazón del anciano se lleno de miedo, a pesar de su edad y delicada complexión se apresuro a ponerse de rodillas en frente del demonio iracundo.

-          Y… y… yo fui mi señor…. Soy Jean Baptiste de Saint Bea….-

-          ¡! Eres menos que escoria ¡#%#”$%#$”!$# humano ¡¡  - Interrumpió el demonio que tratando de dar un paso hacia el frente se topo con la jaula de humo, la cual lo restringió e incluso lo obligo a dar un paso hacia atrás.

Jean Baptiste no pudo sino sonreír al ver esto, se puso de pie dificultosamente, y sacudiéndose el polvo de su pantalón se apoyo en su bastón y tomo una postura propia de quien tiene el cuchillo por el mango.

-          Yo te traje a este mundo, y si quieres de nuevo tu libertad, tendrás que darme algo muy valioso a cambio… - Rio con suficiencia Jean Baptiste.

El demonio no contesto, se limito a gruñir y  a atacar los barrotes de su prisión, maldecía, golpeaba e incluso los mordía, pero no lograba sino aumentar su ira, hasta que ya pasado un buen rato se sentó, admitiendo su derrota.

-          Solo quiero saber una cosa “$%#”%$” humano…. ¿quien te proporciono los medios para aprisionarme de esta manera?

-          Un joven de cabello negro, del que también se dice que es un demonio, se hacia llamar Juval de Keprah.

Los ojos del demonio brillaron con la comprensión del hecho las llamas azules que lo rodeaban se hicieron mas intensas, era evidente que conocía al autor intelectual de su desgracia.

-          #”%$#”%$% Acabemos pronto con esto “#%!”#$% humano, ¿que es lo que “$%”#% quieres?

El anciano Sr. De Saint Beatrix había soñado muchas veces de que su ambición fuera coronada de alguna forma, pero nunca pensó que lo obtendría al final y menos tan fácilmente, por lo que cambio un poco su idea original.

-          Quiero que seas mi esclavo por un año, que cumplas cada uno de mis deseos, que me des conocimiento y al final de ese año yo obtendré la inmortalidad y tu tendrás tu libertad.-

-          ¡ Que ¡  ¿ Es que estas “!$”$#!$#”#$ loco? – Prorrumpió el Demonio.

-          No es un mal trato, Señor, piénsalo bien, bien puedo tenerte en esa jaula por el resto de mi vida mortal y cuando yo muera, nadie podrá liberarte, así lo dicta la invocación que Juval me dio….

Las llamas que rodeaban al demonio crecieron alarmantemente, al grado que el viejo dio varios pasos hacia atrás ya que podía sentir el calor que estas despedían, aquel regente del infierno se vio derrotado por un simple humano, pero no quedaba sino cumplir con el trato, ya que si Juval había usado lo que el pensaba, era claro que solo el humano iba a poder liberarlo.

-          Muy bien humano, acepto tus #”%#”#”% términos… un año de mis servicios y la inmortalidad a cambio de mi libertad…

-          ¿Y mi alma no se vera involucrada? – Inquirió el anciano con un toque zalamero en su voz.

-          Y tu #”%$”#% alma no será tocada.- Sentencio con hartazgo el demonio.

El viejo estaba en algo cercano al éxtasis, su corazón latía deprisa, sus pupilas estaban dilatadas, era una emoción que casi había olvidado, estaba feliz.

-          Muy bien, tenemos un trato entonces… Y… he aquí tu primera encomienda: Borra las huellas de este crimen… - Señalo donde estaba el cuerpo desangrado de la joven mucama.

El demonio estaba cruzado de brazos, casi dándole la espalda al viejo mercader, solo fijo su mirada en el cadáver que empezó a arder en llamas azules, reduciéndose a cenizas prácticamente en segundos,  después el demonio soplo con suavidad y las cenizas se disiparon como si nunca hubieran estado ahí.

-          ¿Cómo puedo llamarte? Juval se refirió a ti como Phleg… - Pregunto satisfecho el viejo.

-          Llámame Phlegaetonmaerre, es todo lo que necesitas saber… -

Así comenzó una extraña relación entre el anciano mercader y el demonio prisionero, a partir de ese día, el anciano bajaba a su sótano a pedir algo sin faltar ningún día, había veces en que el anciano hacia una pregunta, que el demonio contestaba con  su peculiar manera de expresarse, aprendió de él, alquimia, hechicería poderosa, a ver el destino de los demás reflejado en sus ojos,  eliminaba enemigos potenciales aun antes de que estos miraran en dirección suya siquiera, su salud y aspecto mejoraron notablemente, ya no necesitaba el apoyo del bastón, pero aun lo conservaba usando, con el fin de evitar suspicacias, en el transcurso de esos 365 días, el poder y la fortuna del anciano crecieron en gran medida, al grado que la gente empezó a rumorar acerca de que tal vez tuviera un pacto con “alguien del inframundo”.
Esa era la única justificación que la gente podía encontrar ante su tan rápido ascenso, ya que si bien antes contaba con un cierto poder económico, ahora no había negocio en la ciudad que de una u otra manera no tuviera que rendirle cuentas al anciano Sr. De Saint Beatrix, además el anciano había recuperado algo más que solo  “fuerza”, era conocido que sus amantes eran las más hermosas del país,  e incluso había mandado traer algunas de lejanos paraísos extranjeros, era definitivo, la vida le sonreía al Sr. De Saint Beatrix.

Un año exacto ha pasado desde que el otrora anciano decrepito invocara al demonio desde el inframundo, su mente divagaba, en su despacho veía los libros de cuentas, los costosos regalos que le enviaban aquellos quienes deseaban su favor, saboreaba un carísimo tabaco procedente de una isla caribeña, mientras que su cabello cano, aunque ahora abundante, era cepillado con cuidado por una hermosa mulata, traída del mismo sitio de donde el tabaco, sus pies descansaban en el regazo de una rubia exuberante que los masajeaba con dedicación, aun así, en la cima del poder económico deseaba mas, un año ahora parecía muy poco, en el lapso de doce meses había multiplicado por cien su fortuna y su influencia llegaba no solo a la capital del país, si no también a algunos lugares en el extranjero y del otro lado del mar, eso sin mencionar que su salud nunca había estado mejor, a pesar de conservar su cuerpo delgado y en apariencia de su edad, podía superar a cualquier joven mancebo de la región en fuerza física y resistencia… La cuestión imperante en su mente era:
 ¿Qué mas podría ganar con unos mas de servicio del demonio?  tal vez era conveniente un cambio en el contrato original…
Despidió a sus acompañantes de manera fogosa, advirtiéndoles que no se durmieran aun, después de atender “un asunto” estaría con ellas en su habitación.
Con resolución bajó las escaleras de piedra hacia el sótano, le sonrió al demonio que era obvio también llevaba la cuenta de los días.

-          Bouna notte Phlegaetonmaerre…

El aludido estaba de pie en medio de su prisión, con las manos cruzadas en la espalda baja, su irritación era evidente y su actitud era más certera que sus palabras.

-          Ahórrate los ·”%&·%%&· formalismos, ¿Qué “!·%!·”$ quieres?

-          Bueno, sabes que hoy se cumple un año, pero he decidido cambiar nuestro arreglo…

El demonio levanto una ceja, era como si estuviera esperando que eso pasara, de la patente irritación pasó a una actitud de bravucón.

-          $%#%&#$/& contigo… Ya me lo suponía… Todos ustedes los humanos son tan predecibles como idiotas… pero te sugiero que releas la penúltima página de aquello que te dicto Juval… - Contesto el demonio mientras se estiraba, alargando sus brazos y extendiendo sus alas en toda su extensión y lo peor de todo, sonreía con una completa frialdad.

Jean Baptiste se convirtió en un torbellino, arrojaba papeles en un lado y otro de la habitación levantaba libros, sacudía cajones, hasta que por fin recordó donde estaban aquellas hojas, corrió as u habitación y bajo de nuevo al sótano con ellas en las manos, de regreso en el sótano busco el orden original de las hojas que había escrito hacia ya un año, y encontrando la hoja que el demonio le indico leyó con rapidez.
Ahí estaba, irrevocablemente aquella era su letra, no recordaba haber escrito esa parte, pero ahí estaba, una pequeña indicación que servía como pie de página,  había cometido un error, aquella invocación solo duraría un año exacto, si no cumplía con su parte, el demonio sería liberado y lo más probable era que lo mataría, por decir lo más benévolo.

-          ¿Así que dime patético “·%$·%$”$·%”· humano, que es lo que harás?- Sonrió mostrando los dientes Phlegaetonmaerre, extendiendo los brazos al frente.

Jean Baptiste, solo se limito a acercarse a la jaula de humo, con un ademan de su delgada mano disipo varios de los barrotes etéreos y después dio varios pasos atrás.
Phlegaetonmaerre paso por aquel hueco en su prisión, se paro en toda su estatura enfrente de su captor, solo para gruñir en su cara…
Levanto el delgado cuerpo de Jean Baptiste sin algún esfuerzo con una mano, acerco su rostro amenazante y con la uña del índice de su mano libre hizo un corte profundo a un costado de la cara del hombre, junto la sangre derramda de la herida en la palma de su mano, para después escupir en ella,  mezclo la sangre con la saliva apretando el puño, acto seguido ungió la cortada con la mezcla, para finalmente bajar a Jean Baptiste.

-          A partir de este momento eres inmortal…

Jean Baptiste extendió sus manos y se toco donde momentos antes estaba la cortada, que ahora ya no estaba,  no se sentía distinto, no se sentía más poderoso o más fuerte, tal vez un poco mas ligero, sin embargo, dudaba.

-          ¿ Dudas de mi, verdad pedazo de “·%·”$%$”% humana?-

El demonio golpeo con fuerza una de las mesas en la habitación, tomo una pata que ahora estaba convertida en estaca y sin más ni más la hundió en el vientre de Jean Baptiste, a lo que el otro, perplejo, veía como no sangraba, sentía dolor o algo parecido aun y cuando veía en un espejo que estaba empalado de un lado a otro.

-          ¿Conservo mi alma, verdad? - Pregunto con timidez el hombre.

-          Ese era el trato, ¿no? Que no se diga que no tengo ·”%·”$”$”%& honor…

El demonio tomo el espejo de pedestal y lo puso bajo su brazo y con toda calma se dirigió escaleras arriba, mientras en el sótano Jean Baptiste, jugaba con una espada, atravesándose el vientre una y otra vez.
El demonio llego a la puerta, se dio la media vuelta y sonrió mientras decía:

-          Solo una cosa más… Tu inmortalidad está limitada a este sótano, si cruzas este umbral que ahora cruzo, morirás.

El demonio le dedico una última mirada a su otrora captor, acompañada de una enorme y cínica sonrisa que se convirtió en carcajada.

Avanzo con tranquilidad, dentro de la casa, se ubico en la sala, donde deposito el espejo y buscando un ángulo correcto en donde poner definitvamante el espejo y no dejando de probar nuevos ángulos y posiciones dijo:

-          No entiendo porque te divierte hacer estos”%”#$%” juegos, hijo…

Sentado en un sillón de la sala estaba el joven llamado Juval, sentado cómodamente y con una taza de té en las manos.

-          Siempre es bueno tenerte fuera de la ecuación, aunque sea solo por un año papi, además, sabes que es un juego inocente entre tú y yo, recuerda que me lo hiciste varias veces cuando era niño.

El demonio rubio no volteo hacia donde estaba el pelinegro, seguía ocupado con el espejo, hasta que al parecer encontró la posición que esperaba.

-          Como #$&#”%$# sea… ¿la apuesta de siempre entonces?

-          Si claro… “si el susodicho humano sale de la habitación en el curso de los siguientes 25 años tu ganas, si pasa más de los 25, yo gano”- Concluyo Juval terminando la taza de té mientras recitaba con sorna los acuerdos de su “contrato”.
-          Aun no puedo creer que me hayas vencido la vez anterior… - Agrego con molestia y casi murmurando para sí el pelinegro mientras se frotaba el hombro.

-          Trato entonces, apuesto a que no pasaran ni diez años para que vea otro tatuaje en ti… - Sonrió el rubio.

Juval se limito a hacer un gesto negativo, seguido de una leve reverencia con su sombrero y sin más se hundió en las sombras detrás de un enorme librero.
Phlegaetonmaerre, solo miro al espejo, en el cual se reflejo un ser de apariencia felina.

-          ¡¡ Belialzekial ¡¡ No estés perdiendo el $&·$”&%·$ tiempo, ¡¡ sácame de aquí ¡¡

Y entonces el demonio pasó a través del espejo, mientras los gritos de Jean Baptiste despertaban a la servidumbre.



domingo

Eztlixochitl Peuhcayotl


El día había sido particularmente cálido y soleado, por lo que la llegada de la noche era particularmente bienvenida por todo el mundo, la suave brisa enfriaba gradualmente la ciudad, su efecto era en especial agradecido por los enamorados, que ahora podían abrazarse sin sentir los estragos del clima y así prodigarse algo más que un simple abrazo fugaz.
En particular llamaba la atención una pareja, que habían estado compartiendo promesas de amor, besos y una que otra caricia sutil, pero ahora, en aquel solitario parque, la noche los cubría con su halo de misterio y anonimato, por lo que ahora sus manos eran tan elocuentes como sus bocas, tal vez incluso, más.
Sueños,  promesas, futuro, compromiso,  innumerables cosas pasaban por la mente de los jóvenes, menos una:
La muerte.
Un par de ojos de pupilas rojas cual rubís, reflejaban un hambre insondable, observaban con avaricia la escena, aquella pareja ya no se pertenecían el uno al otro, ahora le pertenecen a él.
Un vástago joven, tal vez con pocos días de nacido, en sus movimientos era notable que no estuviera acostumbrado a moverse tan rápido y mucho menos en silencio, pero con el poder de un inmortal aun bajo su inestable dominio, era seguro que lograra su cometido de alimentarse.
Salto desde la azotea de aquel edificio de 4 pisos, los adoquines crujieron y se partieron ante el impacto gemelo de sus botas contra ellos, aprovechando el impulso de su caída arremetió de frente hacia la pareja, que si bien habían escuchado el sonido del golpe, no le habían prestado la menor atención, en su mundo solo existían ellos dos.
La muerte de ojos rojos y garras afiladas se acerco inmisericorde, con saltos de diez, doce metros, en unos segundos, ya no serian seres humanos, serian alimento… Las fauces del ser se abrieron inhumanamente, preparando el golpe, que habría de ser letal y definitivo.
El estruendo de algo que convirtió la banca al lado de ellos en astillas y metal doblado, saco a la pareja de su embeleso, llenándolos de miedo y angustia, el cuerpo del  joven vástago ahora estaba en una posición poco natural e incluso se podría pensar que estaba muerto, a unos pocos metros detrás se encontraba la causante de tal hazaña.
Contundentes formas femeninas se dibujaban contra la precaria luz de aquel parque, unos pantalones de cuero negro a la altura de la cadera, que terminaban en un par de botas de motociclista, una sudadera holgada y unos lentes oscuros que dejaban entrever unas pupilas rojas, casi iguales a las del vástago caído.
-          Váyanse, ahora… - Ordeno la mujer, cuya voz sonaba seca, como la de una fumadora empedernida, o quizás como alguien que tiene mucha, quizás demasiada sed.
La pareja salió corriendo de ahí a toda la capacidad que las piernas y el miedo les permitían, la mujer los vio alejarse acompañándoles con un sonoro chasquido desdeñoso de su boca, tras lo cual volvió su atención al cuerpo del vástago y sacando una mano de la bolsa de su sudadera, hizo un ademan con ella, gesto que hizo que sus uñas crecieran a unos diez centímetros….
-          Veras niño… no tengo nada en contra tuya, pero a Raven no le gusta que el amor verdadero se vea interrumpido por nuestra especie, así que lamento decirte que tu corta vida inmortal llego a su fin…-
Aquellas garras cortaron el aire nocturno con velocidad pasmosa, pero en vez de encontrar un blanco, solo convirtió en jirones el saco del vástago, quien ahora se encontraba  varios metros alejado del piso, como si de una ave fugitiva se tratase.
Había un dejo de incredulidad en la cara de la mujer, que casi inmediatamente se convirtió en una mueca de desagrado en sus labios y estos se abrieron, en palabras o más bien un reproche para sí misma:
-          Ummph… había olvidado que los vástagos son más rápidos…
Salto con una velocidad muy cercana a la del vástago pero a diferencia de que el primero había saltado, rápida e incontroladamente, la segunda pareció ascender en un vuelo controlado, limpio y bien trazado, si bien su movimiento fue rápido y centellante, rápidamente encontró el cuello del vástago y se dispuso a apretarlo hasta partirlo como a una rama seca.
Mas ella había caído en la trampa de su propio exceso de confianza, tal vez el vástago era joven e inexperto, pero para compensar su inexperiencia, poseía un  vehemente instinto de supervivencia, eso, aunado al hecho que el casi recién nacido vampiro aun  no poseía los limitantes de autocontrol que todo vampiro maduro posee, por el momento lo convertía en un vampiro un poco más fuerte que ella.
El joven vampiro se despojo de la mano que apresaba su cuello, y aparentemente sin esfuerzo  doblo la mano hacia atrás, primero desde la muñeca y después desde la articulación del codo, haciendo que el brazo adoptara una posición extraña y produjera un crujido semejante al de la madera al romperse,  esa acción hizo que la mujer gritara llena de dolor y de sorpresa, y mientras ambos caían al piso  a gran velocidad, la posición ventajosa del vástago fue aprovechada, posiciono su cuerpo encima de su atacante, así podría usarla como escudo contra el impacto contra el suelo, el saldría ileso del golpe y ella llevaría la peor parte del golpe.
El impacto fue sonoro, contuso, levanto una leve nube de polvo, que se despejo en cuestión de segundo,  ofreciendo una imagen digna de pesadilla, el torso de la mujer fue atravesado por los restos de madera de la banca, convirtiéndola en algo parecido a un alfiletero, pero aun así, ella seguía moviéndose, gritando y maldiciendo en una lengua desconocida y así en su lamentable estado, se puso de pie, con una ira monumental reflejada en sus ojos.
-          Desgraciado hijo de…… -
La mujer alcanzo a arrancar de su cuerpo un par de “estacas” antes de que fuera golpeada en embestida por aquel vástago furioso y dispuesto a defender su corta vida.
El golpe si bien, burdo, bruto y descuidado, había sido contundente, haciendo volar  varios metros hacia atrás a la herida que ahora se había callado sus bravatas, solo para mostrar un gesto de dientes apretados, que hacían evidente que aquello le había dolido.
La silueta rampante del vástago eclipsaba la luz mortecina de las lámparas del parque y la vampira herida no pudo sino apretar nuevamente los dientes, preparándose a recibir el golpe y a resistirlo lo mejor posible….
Pero su sorpresa fue por demás mayúscula cuando vio al vástago caer a medio salto, víctima de 6 dardos de madera estratégicamente disparados en puntos débiles.
Un tercer participante apareció de un lugar desconocido, su paso firme y rápido, además de su impecable puntería hizo pensar a la vampira en su compañera, Raven Nightroad, de oficio Cazadora,  pero al acercarse, la figura mostro una silueta definitivamente masculina.
El segundo hombre apunto su arma a la cabeza del caído vástago, disparando tres veces, después, es un movimiento fluido desenfundo una espada curva, parecida a una cimitarra, pero más delgada y destellando a la escasa luz del parque, corto la cabeza del joven vampiro, que rodo hasta llegar a los pies de la incrédula mujer herida.
-          Yolloquimalli…
Los ojos de la vampira se abrieron desmesuradamente por la sorpresa de reconocer su propia lengua materna, pero aquel acento, cortes, pero a la vez distante y tal vez incluso, con un toque de reproche le dejaba un dejo a recuerdo, pero no un mensaje exacto que la hiciera recordar toda la imagen.
El cazador tenía una capucha que impedía ver su cara, sin embargo había visto la imagen mental de aquel tipo en la mente de mucha gente, aquí y allá en la Ciudad humana, imágenes de un fantasma, un cazador, un recién llegado de algún lado no especificado, alguien que en menos tiempo que cualquier antecesor había eliminado a muchas y muy peligrosas amenazas del Reino Oscuro o por lo menos esa era la percepción general, pero dada la desconfianza natural de Eztlixochitl aunada a la incapacidad para poder leer su mente, eso lo convertía en una amenaza potencial y al que ahora tal vez le debía la vida.
Yazco le extendió la mano a la vampira,  que aun desconcertada la extendió por reflejo, y sin darse cuenta, la mujer encontró el rostro de su rescatador demasiado cerca de la suya, al grado que puso percibir su aliento,  en el que se percibía menta y arándano.

-          Sé que tienes muchas preguntas, Eztlixochitl, pero con ese aspecto no nos dejarían entrar al Restaurant Keller… lámete las heridas, cámbiate de ropa y te veré ahí en una hora…
Eztli, aun sorprendida, no se dio cuenta cuando aquel hombre metió la mano en uno de sus bolsillos y que saco algo de él, sea lo que hubiera sido, lo arrojo hacia su cara y estallo muy cerca de sus ojos con un leve pero certero resplandor.
Tosió, trastabillo y trato de despejarse la garganta, aquella cosa, además de magnesio también debió de haber contenido, pimienta, ajo y muy probablemente vidrio pulverizado, cualquiera que hubiera sido la mezcla, había sido más que efectiva, ya que además de cubrir la huida de su rescatador, había dejado inútil por unos momentos los agudizados sentidos de la vampira.

-          Tomas Yazco…  -  murmuro entre dientes, mientras caminaba y se despojaba del resto de astillas que tenia incrustadas en el cuerpo.

Incomodidad, solo en esta palabra se podía resumir lo que Eztli sentía en  esos precisos momentos,  si bien la vestimenta elegante y sugerente hacia que se volviera de inmediato el blanco de las miradas masculinas, el hecho de saberse expuesta, fuera de lugar  y sobre todo sin ventajas de elemento hacia que precisamente eso: hacerla sentir incomoda en extremo.
Fingió retocar su maquillaje en lo que el maître confirmaba la invitación a nombre de Tomas Yazco y Acompañante,  pero al no reflejarse en los espejos, esto solo era una táctica para poder ver hacia sus espaldas.
Aun y cuando los poderes que le habían sido otorgados por el extinto Juval le simplificaban las cosas, ciertos hábitos arrastrados desde hacía siglos eran muy difíciles de olvidar, la brocha se deslizo por sus mejillas en un gesto ensayado miles de veces,  mientras  sus ojos carmesí, disfrazados tras pupilentes castaños revisaban todo el lugar con la ventaja de los sentidos de un vampiro,  exhalo en un leve signo de fastidio, confirmando lo que el Maître estaba por decirle:
-          Madame, su mesa esta lista, pero el Sr. Yazco aun no llega… permita que el anfitrión la lleve a su lugar. – Dijo el hombre, con un gesto elegante aunque convenientemente ensayado por sus años en el oficio.
La vampira se limito a asentir con un gesto de su cabeza y siguió al anfitrión hasta la mesa que Yazco había reservado, esto le olía a trampa por todos lados.
Su paso por entre las mesas no paso desapercibido, murmullos de envidia, odio, deseo, lujuria o de simple admiración llenaron el sonido del restaurant, que en esos momentos estaba lleno de comensales,  con su conocida actitud Eztlixochitl camino por entre las mesas con soltura y en total control, rozando algunas manos ligeramente al compas de su cadera,  sonriendo levemente, lo suficiente para no mostrar sus afilados colmillos, sabiendo que independientemente de lo que pasara con Yazco, esa noche iba a saciar su sed… La máscara de una sonrisa amplia del anfitrión, le indicaron que esa era su mesa,  siguió el protocolo elegante, esperando que el hombrecillo aquel adelantara su silla y  la ayudara a tomar asiento.
-          ¿Puedo traerle algo a la Señorita?

-          Si… tráigame una botella de Chardonnay. – indico con frialdad, sin siquiera ver la lista de vinos que el mesero le ofreció, a lo cual el aludido se apresuro a cumplir la orden con una leve reverencia.

-          No entiendo cómo es que Juval podía vivir con tanto barullo y voces ajenas en la cabeza… tan pueriles, prosaicos y simples… a veces creo cometí un error al aceptar el “regalo” de Phleggy… -  Esos eran los pensamientos que revoloteaban en la cabeza de la vampira mientras trataba no hacer cosa a todos los pensamientos sueltos de quienes se encontraban en el restaurant, por lo que agradeció que el mesero no tardo mucho con la botella, pero su impaciencia casi se desbordaba por el circo de ademanes del mesero al servir la dichosa copa.

Bebió su contenido con avidez, esperando que aquel liquido mitigara aunque fuera de manera mínima su sed,  ya que gracias a Raven y Lance, había desarrollado cierto gusto por las bebidas humanas, pero tras acabarse la botella en unos cuantos sorbos, se dio cuenta de que, sin importar cuánto vino bebiera, su sed permanecería incólume y creciente.
Con un gesto y lenguaje algo groseros, pidió otra botella, y se dispuso a esperar, no sin algo de molestia, preguntándose por que había hecho caso a la invitación de Yazco.
Mas la respuesta llego rápido, recordando cuando había sido la última vez que había oído su lengua materna en otros labios que no fueran los propios, eso era intrigante, además podía jurar que el acento y timbre de aquella voz eran conocidos. Y le sacaría la verdad a Yazco, por la buena o por la mala.

Iba a la mitad de la sexta botella, cuando un murmullo creciente, llamo su atención, todos los pensamiento y voces anunciaban a  un recién llegado, algunos indicaban a una estrella del mundo de la música o el cine, tal vez a algún político, tal vez algún miembro de la realeza…
-          Así que ya llegaste…. – Pensó ella con fastidio, era obvio que al Sr. Yazco le gustaba estar en los reflectores.
El abrigo de piel blanca con capucha arrastraba unos veinte centímetros por atrás de los pasos de Yazco,  un casi smoking de igual color complementaba la vestimenta, las manos enguantadas, numerosos joyas adornando el pecho y los dedos. Dos enormes hombres de smoking negro  se apearon a ambos lados de la antesala donde estaba el maître, mientras un hombre más bajo y delgado que Yazco se adelanto a hablar con él.
Los gestos eran más que elocuentes, Yazco era tratado como la realeza,  el mesero al que le correspondía atenderlo caminaba a ritmo apresurado, mientras se acomodaba la corbata y con los mismos gestos de hipocresía, (o incluso más exagerados) llevo a Yazco a la mesa donde ya estaba la vampira.
-          Bouna notte… - Saludo con cortesía Yazco.

-          Así que el Sr. Por fin se digno a aparecer… además parla italiano… tú si sabes cómo impresionar a una mujer. – Dijo con algo de petulancia la vampira.

-          Aun no has visto nada… - Sonrió Yazco por debajo de la capucha de piel blanca.

El maître corrió de alguna manera entre las mesas y le susurro algo al oído del mesero, que trago saliva y se dispuso a hablarle a Yazco.
-          Señor Yazco… ¿me permite retirarle su abrigo? –
El aludido hizo un ademan afirmativo, y con ambas manos se retiro la capucha de su abrigo, para mostrar su rostro a la luz del centenar de luces artificiales del lugar…
Si es que pudiera ser posible, la vampira se quedo sin aliento, sus ojos se abrieron en un gesto de miedo y asombro,  sintió una emoción que casi había olvidado, el lejano recuerdo de cuando era humana invadió su mente, viajo cientos de años hacia su propio pasado.

Había sido un mal año, la langosta había asolado los campos de cultivo, y lo que no se habían comido ahora estaba en un serio peligro de perderse debido a la prolongada sequia.
Por todos lados se oían los llantos de los niños con hambre, algunos de los más ancianos, sucumbían a la sed y al hambre,  los dioses habían dado la espalda al pueblo de Cenpantli Acatl
El Tlatoani hablo, después de estar en consejo con los Huehues,  se había llegado a la necesidad del sacrificio, si el Dios Sol quería sangre, sangre le darían, así, agradecido,  hablaría con su hermano el dios de la lluvia,  que se compadecería de su desgracia y les enviaría la tan ansiada lluvia, era necesario aplacar la ira de los dioses, se necesitaban doncellas.
Ameyaltzin, había sido una de las siete escogidas, sus ojos negros como la obsidiana se llenaban de lagrimas al ser arrebatada de su vivienda por los Topixque, vio a otras 6 doncellas de su edad, ninguna de ellas sobrepasaba los veinte Xiuhmilpilli, vio como su madre caía de rodillas llorando y gritando.
-          No llores Nantzin, iré a donde Miquiztli a reunirme con Auachtli...
La madre de Ameyaltzin entendió todo al oír el nombre del nombre de la más querida amiga de su hija, muerta un Xiuhmilpilli atrás, también en un tlamanaliztli.
La pirámide se erguía en el centro del poblado, el símbolo del poder del Tlatoani, dominaba todos los aspectos de la vida del pueblo, todos menos la voluntad de los dioses.
En la cima, las siete doncellas aguardaban su destino, eran las doncellas más hermosas y las más valientes, dispuestas a dar la vida por la supervivencia de su pueblo, en el centro de la pirámide estaba el pozo, que llegaba a una profundidad considerable, pero desde esa perspectiva era posible ver los despojos de los anteriores sacrificios, los Topixque sostenían cada uno un macuahuitl de madera dura con incrustaciones de jade y obsidiana.
El sol llego a su cenit, el mas huehuetini de los Topixque, levanto su macahuitl al sol, mientras entonaba un cantico monótono de alabanza al gran Tonatiuh, señor del sol y causante de su desgracia,  cuando termino, paso el arma ceremonial al Topixque que se encontraba a su derecha, y este, se dirigió al banquillo de sacrificio donde esta arrodillada la primera doncella…
Ameyaltzin vio caer el cuerpo de la jovencita que apenas y conoció hacia unas horas, su aparente valentía se había esfumado,  al ser colocada en el banquillo, sintió temor, como nunca antes en su vida,  sus lagrimas caían incontrolablemente, y hacia un esfuerzo supremo para no sollozar, solo para esperar el golpe fatal…
Pero cuando sintió venir el golpe, trato de moverse, trato de gritar, pero las manos del Topixque parecían roca, solo pudo mover la cabeza un poco, el golpe no le dio en la cabeza como a sus antecesoras, el rápido movimiento de aquella arma la hizo sentir el frio de la piedra afilada en su cuello, la  repentina oscuridad la rodeo y se sintió cayendo con la garganta cortada hacia su seguro fin en el pozo de sacrificios de la antigua pirámide.
Una gota de lluvia golpeo su cara, aun dentro del pozo podía ver las estrellas brillar, tan distantes, tan hermosas, quiso estirar su mano para alcanzar alguna, pero solo sintió un dolor intenso, aunque los cuerpos muertos habían amortiguado el golpe, varios de sus huesos estaban rotos, además la herida en su cuello la hacía sentir tan cansada, cerrar los ojos sería fácil, pero no, su voluntad no se lo permitía, abrió la boca, esperando que la lluvia fuera lo suficientemente fuerte como para que llegara un poco a sus agrietados labios, sus ojos se cerraban, se esforzaba por mantenerlos abiertos, pero cerrarlos implicaba el descanso, un viaje de ida a Miquiztli… adiós al cansancio…  
¿Acaso era una ilusión? Aquel sonido, alas que se mueven en viento, una sombra que eclipsa a las estrellas por encima de ella, ¿acaso será Mictlantecuhtli que viene?  Manos firmes acercan un guaje lleno de agua fresquísima, ella quiere agradecer, pero su voz es apenas audible, ¿quién podría llegar al pozo y desafiar la voluntad de los Huehues?
-          Zan yeyo quetzalxiliztli… zan yeyo achicahuayotl…
La voz se oia grave, profunda, pero amable.
-          Contestame esto niña…  ¿tienes la suficiente voluntad para vivir?

Aun con los labios agrietados, con apenas fuerza para hablar, contesto.
-          Si.
La joven casi sin vida se sintió elevarse, en un momento la oscuridad casi total del pozo la rodeaba, ahora las estrellas se antojaban mas cercanas que nunca y la luna creciente se dibujaba cerca del horizonte,  sus ojos se ajustaron a la noche, por fin veía el rostro de aquel que le ofrecía la vida…  era el mismo rostro que ahora estaba frente a ella en restaurante.
-          Tahtli Camazot…. –
Se postro de rodillas ante el hombre de la vestidura blanca, inclinando la cabeza con una combinación de miedo, fervor y tal vez incluso… amor.
-          Levántate cihuaconetl… me avergüenzas.
Ahí estaba el,  cabello negro a la altura de los hombros,  una mirada tranquila coloreada en el mas profundo carmesí,  rasgos indígenas marcados y afilados, ese era el, el Dios Murcielago, Camazot…
-          ¿Porque el disfraz de Tomas Yazco, padre?

-          Adaptacion, simple adaptación, uno tiene que pasar despaercibido y lo sabes, aunque debo de agregar que te has adaptado muy bien al estilo occidental de las cosas,  Maxochitl.-

Ambos sonrieron, y continuaron su plática, conforme desfilaban viandas, platillos caros, y botellas de vino, si bien la desconfianza inicial se había despejado había algo de incertidumbre en la voz de la vampira, que ya sin poder contenerse después de dos horas soltó la pregunta:

-          ¿Que haces aquí Padre? –
El otro inclino la copa de vino mientras inclinaba también su cabeza hacia atrás, como si quisiera posponer la respuesta, aunque eso iba a ser inútil, por lo que contesto con la misma franqueza y frialdad.
-          Hace unos meses me encontré con Yaoyotl, es muy posible que se dirija hacia aca… - contesto sin verla a los ojos y mientras se servia otra copa de vino.
Yaoyotl… hacia siglos que no oia ese nombre, el nombre de su “hermana”, la mujer que casi la mata por contar con el favor de Camazot y que había jurado destruirlos a ambos,  titubeo, rodando los ojos, esperando encontrar una respuesta coherente dentro de su mente, pero el cumulo de emociones le pesaban,  estaba demasiado confundida, necesitaba el consejo de Raven y tal vez el de alguien mas, solo algo se le ocurrió, para darse tiempo.
-          Y que es lo que esperas de mi, padre.-
No pregunto,  disparo su respuesta para poder salir de ese lugar, de pronto el sitio se sentía pequeño y atemorizante.
Camazot se puso de pie, se llevo la mano al bolsillo del saco, mientras con la otra hizo un gesto a los ghouls en la puerta, cuando ambos se encontraron a cada unos de sus lados, descubrió lo que tenia en la mano: Una tiara de jade, con el símbolo del dios Murcielago azteca, casi idéntica a la que la vampira había poseído antes, la coloco en el centro de la mesa, al tiempo que se volvia a enfundar en su abrigo.
-          Eso depende de ti, Hija…

FIN.


 Notas:
Cenpantli Acatl = Veinte Cañas
Tlatoani  = Cacique
Huehues = viejos
Ameyaltzin = Pequeño manantial
Topixque  = Sacerdotes
Xiuhmilpilli =   Año solar Azteca, de 18 meses de 20 dias.
Nantzin = Madre
Miquiztli = Descanso/Muerte
Auachtli = Rocio de la mañana
Tlamanaliztli = Sacrificio
Huehuetini = Anciano     
Macahuitl = Mazo de guerra Azteca
Tonatiuh = Dios del Sol
Mictlantecuhtli   = Dios de la Muerte
Zan yeyo quetzalxiliztli = Tan hermoso/a
Zan yeyo achicahuayotl = Tan fragil  
Tahtli  = Padre
Camazot  = Dios Murcielago
Cihuaconetl = Hija
 Maxochitl =  Ramo de Flores
Yaoyotl =  Guerra